E.C, abogado, esposo y padre de tres
hijos, uno de ellos padece esquizofrenia desde que tenía 16 años
aproximadamente. E.C. nos cuenta su experiencia desde su perspectiva como
padre:
“Mi hijo iba muy bien en los estudios, pero en segundo
de bachillerato empezaron a fallarle las notas, concretamente las asignaturas
de letras. Los profesores ya se percataron de que tenía un problema; repitió segundo
de bachillerato y lo aprobó justo, ahí empezamos a notar de que algo le pasaba,
independientemente de que en el colegio de educación primaria los compañeros
abusaron de él, abusaron en el sentido de que se burlaban de él por ser más
retraído, más tímido que los demás. Y si soy sincero, en casa también, en el
sentido de que tanto mi esposa como yo tenemos una personalidad fuerte, los dos
trabajábamos y mi hijo se nos separaba de los parámetros. Yo tengo tres hijos,
ninguno ha tenido ningún problema, yo creo que todo esto le nace porque a los dos
años se quedó sin audición por problemas de vegetaciones y estuvo un tiempo sin
oír bien.
A los 16 o 17 años escuchaba mucho
tiempo música, estaba en su mundo y nosotros le forzábamos a salir de él; un día se fue de casa, estuvo 2 noches fuera,
durmió fuera de casa y no sabíamos dónde podría estar. Él se metió en sus
ideas, escribía y escribía fórmulas matemáticas, fórmulas sin sentido… Él ha tenido siempre una ansiedad de
protagonismo de saber, estudiar, investigar; se pone a escribir y escribe cosas
sin sentido. Algunas veces cogía lo que escribía y se iba a la universidad para
ver si se lo podía enseñar a alguien y hace poco intentaba explicar una fórmula
de física a otra persona por teléfono… y está así desde los 18 años, ahora tiene 37 años.
Siempre nos preguntamos el por
qué y por qué…
La enfermedad es difícil reconocerla
porque pasa por diferentes épocas, en algunas mi hijo está bien y en otras está
muy mal. Él necesita apoyo, cuanto mejor estemos los familiares más podremos
estar con él; si te lo tomas mal no puedes ayudarle. Yo me lo tomo de una
manera distinta a como se lo puede tomar por ejemplo mi esposa. Ella se resigna
a la enfermedad, como a pensar que esto es lo que nos ha tocado vivir, y yo
siempre busco maneras de mejorarla, siempre estoy en el tajo de buscar, y
espero que dentro de 20 años esto no sea como ahora y haya mejorado mucho, la esperanza nunca la
pierdo. Pero cada vez es más difícil pensar que en algún momento esto se
solucionará.
Mientras yo lo pueda evitar mi
hijo no acabará en un psiquiátrico, lo que necesita es compañía; yo le doy la
medicación, lo lleva al psiquiatra; por lo menos sé lo que hace, para mí sería
más sufrimiento para él estar en un psiquiátrico que no que esté en casa.
Las crisis suelen coincidirle en
otoño, de finales de septiembre a principios de octubre; ahora mi hijo lleva
tres meses de crisis y si se le pasa harán falta otros tres meses para estar
medianamente bien. Cuando tiene épocas buenas él se relaciona, tiene amigos,
incluso tiene un íntimo amigo que conserva de hace muchos años. Cuando empieza
a estar mal no llama a sus amigos, se mete en su mundo y no quiere saber nada
de nadie.
Él se interesa mucho por
estudiar, el año pasado quiso matricularse en filosofía y en primero de grado
de cerámica artística; él es técnico administrativo y técnico en cerámica. Estando mal terminó el BUP, FP 1 y FP 2, obtuvo
el título de técnico administrativo.
Él siempre quiere estudiar y pasó
años muy buenos en la escuela de cerámica. A él le gustaba ir y hacer
amistades. Acabó los estudios de cerámica pero le faltaba hacer el proyecto, no
quería presentarse por el hecho de no tener que hablar en público, por miedo a
hacer el ridículo, quería hacerlo a puerta cerrada; con ayuda de un amigo y de
mi hija consiguió hacer el proyecto y presentarlo a puerta cerrada, el proyecto
era sobre arte abstracto.
Yo creo que a mi hijo no le falta
inteligencia para poder hacer lo que quiera pero sí le falta vida… conocimientos
prácticos… experiencias como tener una novia, que nunca ha tenido ninguna,
siempre ha tenido la desgracia de no haberse podido relacionar con ninguna
mujer de una manera íntima.
Una psiquiatra nos dijo que estábamos
muy perdidos y nos aconsejó que buscáramos una asociación para enfermos
mentales, y buscando en internet encontré una asociación que más tarde
desapareció, pero encontré también un centro especializado en esquizofrenia, Museo,
muy bien en el aspecto de la enseñanza y entendimiento de la enfermedad, íbamos
mi mujer y yo cada quince días, eso nos ayudó a entender la enfermedad, a
entender cómo funciona la mente de nuestro hijo. Les pedí si podían tratar a mi
hijo, le hicieron un test y lo aceptaron.
Él iba a regañadientes, porque el problema es que no se quieren ver reflejados
en los demás enfermos, ellos creen que están mucho mejor que los demás,
entonces ir a un centro en el que cada paciente está deteriorado de una forma
distinta es muy deprimente. Él no quería ir, la verdad es que los centros son
deprimentes, entonces entre estar en un centro a estar en una escuela de
cerámica, como fue su caso, pues no tiene color. Allí trataba con gente más o
menos normalizada y no tiene color.
En este centro conocí a la
presidenta de una asociación para la salud integral del enfermo mental, de la
que ahora somos socios.
También hemos ido a
psicólogos, incluso estuvimos en un instituto de psicología tanto nosotros como
mi hijo, pagabamos por trimestres y podíamos ir siempre que lo necesitáramos, por
decirlo de alguna manera, pero no nos solucionaron mucho.
Yo no escondo la situación de
mi hijo, si tengo que explicarlo por algún motivo lo explico, pero no siento
ningún estigma por eso, pero no todos los familiares son así, no se atreven a
decirlo ni a sus familiares más allegados.
La sociedad no entiende la
enfermedad mental, pero no la entiende porque si no la entendemos ni los
familiares de los enfermos, como lo van a entender los demás… ni siquiera los
médicos lo saben y con el tema de la medicación ellos van probando pero está
todo en el aire.
Mi consejo para las personas que
se encuentran con una situación similar a la mía es que el entorno familiar es
fundamental para mejorarla, el entorno familiar para mi es lo primero, es
entenderlo; los padres tienen que entender la enfermedad y es difícil de
entender y muchos no la quieren entender… dan la espalda a la enfermedad.
Mejorar el entorno familiar es
fundamental para llevar el día a día.”