Cuando un ser querido fallece debemos adaptarnos a la nueva
situación, por un lado aceptar lo que ha ocurrido y por otro aprender a vivir
sin esa persona.
Factores como la personalidad, el estrés, la salud, la
situación económica o el apoyo social de la persona que ha perdido a alguien, influirán
en la forma de sobrellevar la pérdida.
La edad del fallecido, la causa de su muerte, las
circunstancias que llevaron a lo ocurrido, lo inesperado o no de la situación,
también influirá en cómo afrontaremos lo sucedido.
Las etapas del duelo son:
Negación: Es la etapa en la que nos hacemos
preguntas sobre lo que ha ocurrido y negamos lo que está pasando. Percibimos nuestro
entorno como si no fuera real. Es una forma de protegernos para asimilar la
realidad.
Ira: Sentimos ira hacia todo lo que ha podido causar
la muerte del fallecido (personas, lugares, objetos, etc.) e incluso hacia los
que sí aceptan lo que ha ocurrido. Es una emoción que es normal que aparezca en
estos momentos aunque no debería durar demasiado tiempo.
Negociación: Negociamos con nosotros mismos o
con alguien más poderoso (Dios) todos los errores que hayamos podido cometer,
promesas de cambio de costumbres o de llevar una vida distinta, como si pudiéramos
remediar lo que ha sucedido. Navegamos entre la realidad y la fantasía de qué
hubiera ocurrido si hubiéramos hecho algo distinto.
Depresión: Es una sensación de vacío hacia el
presente y hacia el futuro en la que creemos que ya nada tiene sentido y no hay
motivación por ningún estímulo. Se puede llegar a dormir muchas horas o
rechazar el contacto con el resto del mundo. La tristeza es la emoción
principal.
Aceptación o rechazo: Es la etapa de conclusión
en la que o aceptamos lo que ha ocurrido y seguimos poco a poco con nuestra
vida o mantenemos un rechazo a lo sucedido que requerirá seguramente ayuda psicológica.
Estas etapas no tienen por qué darse en este orden excepto
la de aceptación o rechazo que siempre será la última.
El duelo no debería persistir más de 12 meses o 6 meses en
los niños.
Expresar los pensamientos y las emociones que nos invaden en
estos momentos es la mejor forma de sobrellevar la situación.
Vivir en el corazón de los
que dejamos detrás de nosotros no es morir.
(T. Campbell)
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